¡Arréglate que vamos a salir! |
27 de agosto de 2023.
Hoy cumple Guido Couttenye, mi papá, 25 años de fallecido. (creo)
Hoy llevo su guayabera blanca y su anillo.
Hoy lo recuerdo con su cerveza en la mano con ese mismo anillo puesto y el meñique alzado, ¡siempre así!
Siempre alegre y entusiasta. Y con una sonrisa grande con esos dientes que le pusieron cuando yo tenía como 20 años y no sus dientes chuecos de cuando yo era chiquita.
En esta foto tiene sus dientes verdaderos |
Esta mañana cuando me levanté estabas allí y me dijiste:
- ¡Arréglate! que vamos a salir.
OK! Lista! |
Así que me puse su guayabera blanca, que todavía conservo. Busqué mis pantalones de lino blanco para ocasiones especiales, me encaramé en unos tacones, escojí una bufanda de seda hermosa que tengo por allí y me puse tu anillo.
con tu anillo |
Hoy estamos aquí estamos sentados, en la mesa del comedor de mi casa, charlando.
Yo probablemente le traería unos quesitos con sal de apio, y luego le prepararía un cóctel de camarones con salsa rosadita (bastante salsa rosada), y aguacate.
Le recuerdo que esta casa la compré con un dinero en dólares que él dejó a su partida. Mis hermanos generosamente me prestaron sus partes por algunos años hasta que se los pude devolver.
Ésa fue mi segunda victoria. La primera fué que el banco me diera un préstamo. En realidad, la primera no fue una victoria, sino un milagro.
Ya han pasado 25 años y le digo:
- La casa ya está pagada y te la debo a tí, gracias papá. -
Y le echo el cuento de las mentiras y las tramoyas que hice para que el banco me prestara dinero.
Y le conté de las muchas personas que también me ayudaron. ¡Gracias familia y amigos! Sin una tribu no hubiese podido llegar donde estoy.
Así Habló Zaratustra- es el libro que llevo en la mano- 17 años- mi papá en sus 40 y pico |
Después pasamos al tema que él siempre toca.
- ¿Como está tu salud?
- Bien, perfecto. No tengo nada de qué quejarme.
¡Y es verdad! Me siento afortunadísima de qué a los 61 no tengo dolencias. Oigo menos, a veces me da vértigo, a veces no veo perfecto, pero nada me está impidiendo vivir plenamente.
Él me contestaría:
- Es lo más importante, con salud, puedes trabajar.
Y yo pienso, sí, porque para él el trabajo siempre fué esencial. Trabajar significaba poder sobrevivir, tener techo y comida. El resto era un lujo extra.
En su oficina- en sus 20 y pico? o 30? |
Luego le pregunto,
- ¿te acuerdas papi, cuando fuimos a la clínica en Cleveland?
Yo soy la que me quiero acordar. Él tenía 61 años, la misma edad que tengo yo ahorita, pero su salud estaba mal. Estábamos haciendo el último intento para arreglarle el corazón con una operación experimental, qué según, un doctor brasilero lo había hecho solo en vacas. Pues mi papá estaba dispuesto a ser la próxima vaca.
Después de innumerables pruebas el doctor dijo que no. Él no era un buen candidato para la operación y básicamente dijo.
- No hay nada que podamos hacer por usted. Usted lo que necesita es un transplante del corazón. Para eso deberá quedarse enchufado en la clínica y esperar a que llegue uno. Por cierto, hay una cola de 40 personas esperando en frente de usted.
No hubo que pensarlo mucho, mi papá dijo que no. ¿Cleveland? ¿Una clínica? ¿Enchufado? ¿Puro inglés? Y probablemente cero cerveza.
Ya yo tenía 3 chamos- estaría en mis 30 y el en sus 50 y pico- Conservo tambien esa camisa. |
Supimos entonces que no tenía mucho tiempo. Lo que le quedaba de vida era esa ñapa que Dios nos da. (Pero la vida, ¿no es toda una ñapa?. Ok, eso es tema para otra ocasión.)
Hoy viendo hacia atrás me doy cuenta de lo extraordinario que es tener puestos tus lentes color rosa. He hablado mucho de estos lentes pues me encanta usarlos bastante. No me acuerdo para nada el que esta noticia fuese el drama del siglo. Y es que ¡si lo era! Era realmente una tragedia.
Pero allí entra esta peculiar genética familiar que tenemos los Couttenye Losada. No se entró en mucho drama. Es lo que es.
Estuvimos felices de haber pasado una semana juntos, entre sala de espera y sala de espera en un centro clínico. Mi papá contó todas las historias que ustedes se puedan imaginar y mi mamá estaba allí para darle un pelo más de realidad al asunto, pues como saben, a mi papá no le fallaron nunca las exageraciones. Era un cuentacuentos extraordinario, dejándonos con la boca abierta: ¡ no puede ser!. Y aunque los habíamos oído antes, siempre aparecían más detalles.
Después del diagnostico no hubo lloradera ni ¡qué será de mí! o ¡que vamos a hacer!- o quizá yo no lo ví o quizá mi papá lo ocultó muy bien, no sé
En mi cabeza pasan muchas cosas pero el lo que me dice es:
- Claro que me acuerdo. Yo llevé en ese viaje el pijama que usé con tu mamá en nuestra luna de miel.
No me acuerdo si mi mamá estuvo de acuerdo con ese dato pues creo que ambos tienen recuerdos diferentes de ese día, ja ja ja. Así era él, un romántico empedernido, y sus ganas de vivir eran tales que me sorprendió cuando el médico me apartó y me dijo confidencialmente:
- Con los signos vitales de su padre como están no sabemos ni siquiera cómo está caminando!
Clásicos 70 - creo que el Chevy es de mi tío César. |
Mi papá estaba funcionando en base a sus emociones, la posibilidad de una nueva oportunidad y en mi opinión, él estaba viviendo de pura adrenalina, alegría y optimismo de poder mejorarse.
En menos de seis meses falleció.
Mis padres divorciados pero viajábamos juntos- aquí en Florida |
Ese verano todos ya habíamos pasado por Caracas. Yo me quería quedar.
El último día que lo vi él me despachó de vuelta a mi casa:
- Vete a San Francisco que ahí tienes tu vida.
Para mi máxima sorpresa, subió las escaleras a despedirse. ¡insólito!.
Para una persona sin oxígeno en sus pulmones, con un corazón que no le bombeaba era como subir al Everest.
De nuevo, la alegría, el optimismo, la fé.
Dos dias seguidos (o uno) recibí la noticia y regresé a casa de nuevo.
- Papi, hoy me he sentado contigo en la mesa y seguimos echando cuentos. Yo salí un poco a ti, y siento un orgullo profundo de ser tu hija.
Te pido la bendición y te doy las gracias por haberme brindado este día de visita.
Y ahora somos 6 |
2 comments:
Me imagino haber estado sentada en esa mesa. Lloro como él lo hubiera hecho. Creo que si salí llorona fue a mi papá. Me uniera gustado compartir mas tiempo con él y que mis hijos hubieran también escuchado los cuentos directamente de su abuelo Pechi. Sé que nos cuida desde el cielo y toma cerveza con Titina mientras cuenta sus cuentos con grandes exagerados. Bendición Papá
Joha, buscando fotos me encontré muchas con Titi y bueno, qué te puedo decir..allá están los dos: Polar y Coca Cola.
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