¡Nos cayó encima! |
Día cero: ¡Nos cayó encima! Escalofríos, fiebre, tos, pérdida del olfato, ¡esa fue la paliza que recibió Maurizio!
Día uno: una inmensa fatiga, agotamiento en realidad, esa fue mi paliza,
Pensé que estaba sufriendo de un efecto secundario de la tercera vacuna. El cansancio era de esperarse.
Día cinco: Una prueba de Covid rápida confirmó lo que imaginamos cuando perdimos el sentido del olfato. Un virus con coronas puntiagudas vino de visita a nuestros cuerpos. No sabemos cuándo ni de dónde vino. No tenía invitación. ¿Quizás, en algún momento bajamos la guardia?
Maurizio se recuperó rápidamente.
Me quedé en cama una semana, tomando líquidos y suplementos y esperando a que pasara el cansancio. La comida no tenía sabor. Dormí mucho y escuché audiolibros. El agotamiento era mi único síntoma.
Todo estaba muy tranquilo y campante, celebrando que estábamos vacunados y asombrados por la suavidad de nuestros síntomas.
Paciencia, una semana pasará rápido.
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Hasta que llamó a la puerta, un compinche del Covid. |
Hasta que llamó a la puerta, un compinche del Covid.
Día doce: Un día en el que me desperté con ganas de hacer un saludo al sol. Me sentía recuperada después de convalecer durante casi dos semanas. Pero, por desgracia, al hacer el asana de perro cara abajo, sentí un mareo bastante raro. Lo culpé a que quizá me levanté un poco rápido y paré el ejercicio y me eché en la cama para salir del mareo. Después de un tiempo, me sentí mejor y y ese día tuve un día típico. No sabía lo que se avecinaba.
Esa noche, cuando fui al baño, me sentí extremadamente mareada, como borracha. Me sentí como en las comiquitas cuando un ladrillo golpea tu cabeza y encima tienes un remolino de pajaritos. Ir y venir al baño era como estar en un bote durante una tormenta, y me agarraba de las paredes y las puertas para no caerme. Al día siguiente, cuando me desperté, no podía girar la cabeza ni sentarme en la cama sin que todo me diera vueltas. Sentí náuseas y pedí un balde y una toalla por si necesitaba vomitar.
Su nombre es Vértigo. ¿Lo conoces? ¡Horrible!
Como cuando un ladrillo golpea tu cabeza y encima tienes un remolino de pajaritos |
Día trece: A partir de ese día, no podía moverme sin sentirme mareada. Incluso sin moverme, sentía una marea fuerte en mi cabeza. Si la movía, tenía que esperar unos momentos a que pasara la ola.
Empecé a mantener la cabeza tiesa como un robot y a usar los ojos para mirar a los lados. Hubiese querido un collarín para imposibilitar el giro de la cabeza sin darme cuenta. A veces, incluso estando quieta, estaba mareada. : (
Eso continuó durante cinco largos días. Los tres primeros, ni siquiera me levanté a comer. Tomé caldo caliente en la cama. Era lo único que tenía ganas de tomar: sopa y té.
Maurizio aprovechó esta oportunidad para hacer un tipo diferente de sopa cada noche: caldo de res con hueso, pollo desmenuzado y verduras y sopa de pescado al estilo Cioppino. ¡Nunca una sopa repetida!
¡Nunca una sopa repetida! |
En medio de mareos, hice la búsqueda de rigor en Google y escuché los consejos de amigos, que es nuestra forma moderna de adelantárnosle a los médicos. No es la mejor práctica, pero es lo que todos hacemos. ¿No es así?
Mis consultores de salud fueron mi mamá, un vecino en Venezuela víctima de esta misma dolencia, mi hermana -que tiene un doctorado en internet -Especialidad en Tácticas de Defensa Covid-, mis amigos médicos y algunos informes médicos publicados en la web. Concluí la investigación con un diagnóstico de neuritis vestibular (inflamación del nervio vestibulococlear), que afectó mi equilibrio y produjo vértigo. Mucha gente lo está reportando, pero aún no hay un estudio específico sobre el tema relacionado con COVID. (Ninguno que yo haya encontrado)
Los tratamientos utilizados consistían en esteroides intravenosos para la inflamación y antihistamínicos para las náuseas. Los tiempos de recuperación fueron entre 2 y 3 semanas después del tratamiento.
Mira la flechita: nervio rojo e inflamado- aunque no parezca gran cosota es pésimo! |
Mi hermana tiene un doctorado por internet en -Especialidad en Tácticas de Defensa Covid- mejor conocido como ETDF, auspiciado por el departamento de defensa de la Republica Bolivariana |
Día dieciocho: a pesar de los mareos causados por los movimientos del carro, las curvas, los huecos, los policías acostados, fuimos a Marín para ver a mi doctora esperando que me recetara un medicamento poderoso que detuviera mis síntomas o arreglara el origen de mis mareos.
Su sugerencia no fue lo que yo esperaba. Esperaba una pastilla, tal vez un esteroide potente, que eliminara inmediatamente el malestar en un día. Ya llevaba dieciocho días en este bote y esa última semana con vértigo, ese pesado vaivén dentro de mi cabeza me tenía incapacitada.
Pero ya se sabe, como buenos terroristas que son, estos secuaces del Covid atacan astutamente. Los trastornos que padecemos son consecuencia del paso del virus. Este se va. Las secuelas que no se terminan de acabar son las que le causan más daño: inflamación, inflamación, inflamación. ¡Ni el médico más atento sabe dónde -qué órgano- o cuándo, en qué momento -incluso después del covid- atacarán!
Pero no. La doctora me sugirió que siguiera haciendo lo mismo, ¿lo mismo? Pregunté con incredulidad. Sí, lo mismo: ayudando a mi sistema inmunológico con descanso, líquidos, suplementos, y ella sugirió que aumentara el ibufopreno a 600mg cada cuatro horas y algunos extras que agregué a mi lista. Se necesita tiempo, es lo que dicen todos, y ella también estaba de acuerdo.
Paciencia, tal vez dentro de dos semanas más
Se necesita tiempo, es lo que dicen todos. |
Día veintiuno: no habían pasado tres días desde que acepté que no tenía más remedio que darle tiempo al tiempo cuando de repente comencé a sentirme mejor. ¡Sorpresa! ¡Esperaba estar en cama durante al menos dos semanas más! No, no, no, ¡esto es genial!
Oh, qué día glorioso limpié, escribí, caminé por la playa. ¡Guau!
Día veintitrés: hoy me siento normal, veintitrés días después de que se apareciera el huésped no invitado.
Y pensé que sería bueno celebrarlo: ¡Mi cuerpo es lo máximo! ... Lo ayudé en la lucha, y ganamos (creo) esta batalla.
¡Mi cuerpo es lo máximo! : Lo ayudé en la lucha, y ganamos esta batalla. |
¿Será posible?
Maurizio se irá a Italia con la tranquilidad de que me encuentro bien.
El covid y sus secuaces hicieron lo suyo.
Tres vacunas de Pfizer y mi supercuerpo sostuvieron una dura batalla.
El descanso, el ibufopreno y las vitaminas acudieron al rescate.
La paciencia permitió que mi mente no quedara demasiado atrapada en la tormenta que se desencadenaba dentro de mi cuerpo.
Tener fe en que mi súper sistema inmunológico podría luchar fue lo mejor para mí. No estaba angustiada desesperada ni asustada.
Espero que ahora "no me entre ni coquito" ... pero nunca se sabe.
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Mi mejor regalo de Navidad ha sido que mi inmunidad has sido incrementada.
Se acabó.
PD: ¿Qué podría haber hecho mejor? Habría tomado hidroxicloroquina al inicio de los primeros síntomas; esto posiblemente me habría salvado de una gran parte de la inflamación. Inicialmente, no sabía que tenía Covid. Pensé que era una reacción a la vacuna. Para cuando decidí que me gustaría usar la hidroxicloroquina, no pude obtener el recipe médico necesario para comprar el medicamento aquí en los Estados Unidos. Mi médico dijo que ella me lo habría recetado de haberlo sabido al inicio de mis primeros síntomas. Simplemente no conectamos. ¡Hacer el tratamiento a tiempo es esencial!
Ahora mi lista:
APOYO PARA EL SISTEMA INMUNOLÓGICO
Cytozyme AD- para las suprarrenales
Vitamina C- 3000 a 6000 mg al día
Liposomal Vitamina C- 1000 mg
Beta Glucan 250 mg
Zinc 30mg
Vitamina D 10.000 IU
Milk Thistle cápsulas
DRINKS
Bebida de Cúrcuma - anti-inflamatorio
Cucharadas de cúrcuma en polvo, pimienta negra al gusto, canela, aceite de coco, leche (yo usé leche de avena)
Bebida de Sidra de Manzana - para alcalinizar la sangre
sidra de manzana, limón, miel, canela, agua
Té de diente de león
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