Tuesday, July 27, 2010

Chivos, Palos y Mecates

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La razón principal por la cual fuimos al paseo a los Alpes Trinitarios en el condado de Humboldt fue porque lo chivos iban a llevar los peroles: comida, carpa, colchón, saco de dormir, etc, etc. Bueno… y porque Mountain Man es fabuloso cocinero, guía y amigo. Y, de paso, ¿que mejor forma de pasar el tiempo un grupo de amigos, que pasando trabajo?




Rennea organizó al grupo. Como buena hermana mayor, convenció a Johanna que era justo y necesario que ella tomara una vacación de este tipo… alejada del mundo e internada en otro distinto del noroeste pacífico, tan bello, tranquilo y simple, que sería inspirador. No costó convencerla. A Luis nadie le preguntó. Vino porque ya tenía pasaje comprado y se le hizo un regalo sorpresa de cumpleaños.




Graciela estuvo anotada desde el principio ya que es veterana de estos paseos. Mountain Man, nuestro hombre de las montañas, trajo a Louise, la parisina, de ayudanta con los chivos, el fuego o la cocina. Esta, a pesar de nunca haber salido de camping "en su vida", (segun ella) pasaba rios sin importarle las rocas o la corriente y caminaba con comodidad indígena descalza por los caminos de piedra y tierra.



Para nuestra protección contra especies salvajes que en los bosques abundan, trajimos a LaLune y a Mesa, equipo madre e hija, perras las dos, quienes ladraron y gruñeron a campistas indeseables, a cuanta sombra se movía y heróicamente al oso que vino de visita.




Los chivos, o cabras, como les quieran decir, fueron esenciales para el viaje. Como buenas hembras machas, dieron la talla de cualquier mula o camella cargando pesados equipos, comida, regadera portátil y hasta el gran pote de Nutella celebratoria. A Chloe, Tiny y Zeta se les otorgará un diploma de salva-espaldas, salva-piernas, salva-coyunturas de los integrantes de la tropa. Este se le hará llegar durante el curso de este año 2010. (Lo que no sabemos es si estas cabras adquirieron problemas de espalda, piernas y coyunturas ellas mismas para salvarnos a nosotros.)




Los palos fueron tan esenciales como el chivo. ¡Siempre lo son! Llevamos varios palos y hasta trajimos dos de repuesto que no utilizamos. Estos un poco mas pequeños pero que se hacen grande con el frotamiento mágico en vez del convencional desenrroscamiento. Estos palos compactos los dejamos en su estuche sin usar gracias a los palos comprados en tiendas tipo REI. Pero, pensándolo bien, esta última afirmación no ha sido verificada.




Y el mecate, sinceramente no fue necesario. El uso del mecate que sería halar o atar, le correspondió a un personaje en vez de a una cuerda de sisal. Luis fué un magnífico cabrón, es decir, cabrestero, que mejor que la parisina, llevó a esos chivos por el camino, silbándoles y alzándoles la cola sin pena alguna y enamorose de la profesión (de cabrestero, no de cabrón) Así que nos quedamos con los chivos y sin el mecate.

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